Imagina:
Suena tu alarma y apartas cepillos de dientes viejos y vasos de plástico para alcanzar el teléfono y apagarla.
Sales de la cama y pisas sin querer un trozo afilado de plástico. Intentas pasar de puntillas entre las bolsas de plástico, bastoncillos y botellas para conseguir una tirita.
Te vas a la ducha, y mientras te intentas lavar, solo corre agua marrón y trocitos de plástico.
Cuando finalmente sales de casa para ir al trabajo, la cosa no mejora… Las aceras están cubiertas de basura, bolsas de plástico cuelgan de los árboles, y el aire es tan espeso que te cuesta respirar.
Y la peor parte es… que no puedes hacer nada al respecto.
Así es la vida diaria de las criaturas marinas. Estamos provocando este impacto en su entorno y no les dejamos escapatoria.
Hoy y todos los días, hagámonos conscientes de la manera en la que estamos tratando la casa de los demás… Y la nuestra propia.

Texto adaptado de @pelacase.